El pasado 12 de agosto, Mauricio Cheguhem Riani pronunció una conferencia en el ciclo Biblioteca en la noche de la Universidad de Montevideo a propósito de los puntos de encuentro entre la literatura y la ciencia. Posteriormente concedió una entrevista en la que se recoge parte de su exposición y consideraciones:
¿Qué tipos de aporte ha dado la ciencia a la literatura? ¿Y la literatura a la ciencia?
Es necesario un repaso de los choques entre las dos culturas como síntoma del proceso histórico de la modernidad. Podemos asegurar que la literatura de los últimos doscientos años va de la mano de las leyes de Newton hacia las puertas de la relatividad general de Einstein. La fascinación o el rechazo que podemos encontrar en las obras de William Blake, Lewis Carrol o Jorge Luis Borges no es, por otra parte, ajena al pensamiento científico. La clave es justamente la palabra “epistemocrítica” como circulación de saberes que apuesta a revelar los nutrientes esenciales que comparten ciencia y literatura.
Si pensamos en una teoría de sistemas, nos resulta sencillo detectar los préstamos que la ciencia le ha otorgado a la literatura. Pero no es suficiente con referirnos a la ciencia ficción -clásica o contemporánea- como el ejemplo de este fenómeno. El conocimiento astronómico -ptolomaico- en la obra de Dante, las referencias a la medicina en El Quijote…, la botánica en los diarios de Humboldt, la segunda ley de la termodinámica en los textos de Franz Kafka, la ley de indeterminación en los cuentos de Jorge Luis Borges, la matemática no-euclidiana en las vanguardias históricas, son ejemplos de esta circulación de saberes.
Cabe, ahora, apuntar las fuentes literarias del conocimiento científico. Ya sea en el primer viaje a la luna de Luciano de Samósata, o los avances tecnológicos de Julio Verne y Mary Shelley, el interés científico en la actualidad está puesto en la literatura como despliegue de la conciencia. La poesía y la narrativa presentan un interés fundamental para la rama de la neurociencia que adquiere aquí la forma de ciencias cognitivas, neuroestética e inteligencia artificial. Más aún, es urgente reflexionar la ciencia ya no como un sistema cerrado sino justamente como un sistema en convivencia. Por esta razón el concepto de narratividad en la ciencia se vuelve capital, puesto que los conceptos de metáfora, analogía o metonimia ya no le son ajenos.