3 diciembre, 2011

Cita

La validez de los argumentos que pueden proponerse [en defensa de una semiótica de lo continuo] procede de lo que convendría denominar una epistemología existencial, capaz de establecer la doble insuficiencia tanto de las posiciones epistemológicas aisladas como de las posiciones existenciales independientes (…) Las posiciones exclusivamente epistemológicas o existenciales se revelan insuficientes cuando creen deber escapar las unas de las otras, las primeras al invocar la “pureza” y las segundas la “vivencia”.

Claude Zilberberg, “Sémiotique, épistémologie, négativité”, en E. Landowski (dir.), Lire Greimas, Limoges, Presses Universitaires de Limoges, 1993, pp. 121-142

Glosa

Puestos a reflexionar sobre la naturaleza de nuestro conocimiento de la literatura y del arte, ejemplos mismos de semiosis en acto que une íntimamente lo sensible y lo inteligible, la sensación-percepción y el concepto, no parece quedarnos más remedio que ceder un poco de lógica para ganar un mucho de vida, y que asumir al revés los requisitos de la coherencia para rebajar las pretensiones de la acción. El viejo debate acerca de si el saber mata el placer (de la representación artística) cobra una nueva dimensión desde el momento en que tomamos en cuenta que lo inteligible emula a lo sensible, y que lo sensible se cumple en lo inteligible. No debemos renunciar ni a elaborar conocimiento riguroso, dotado del poder explicativo e incluso predictivo que es propio de la ciencia, sobre la escritura que amamos, la pintura que vemos o la música que escuchamos, ni a con-movernos con ellas a pesar de conocerlas, es decir a experimentar en nuestro cuerpo propio las intensidades, ritmos y tempos con los que están amasadas y que ningún saber objetivador podrá reducir nunca a una fórmula generativa que no necesite encarnarse, ser vida y experiencia.